San Antonio Arrazola, Oaxaca
El pueblo donde nacen los alebrijes

San Antonio Arrazola: un viaje al origen de los alebrijes en Oaxaca

¿Te gustan los alebrijes? Esas figuras de madera tallada y pintada que representan seres mitológicos o híbridos de diferentes animales. Si es así, no puedes dejar de visitar San Antonio Arrazola, el pueblo donde nacen los alebrijes de Oaxaca. Te invitamos a descubrir todo lo que debes saber sobre este lugar lleno de arte, cultura e historia, que te sorprenderá con sus colores, sus formas y sus tradiciones.

¿Qué son los alebrijes y cómo surgieron?

Los alebrijes son unas creaciones artísticas que combinan la imaginación y la tradición de los pueblos de Oaxaca. Se trata de figuras de madera que representan animales reales o fantásticos, con formas y colores muy variados y llamativos.

El origen de los alebrijes se remonta a la década de 1930, cuando un artesano de la Ciudad de México llamado Pedro Linares López tuvo una fiebre muy alta que lo llevó a tener unas alucinaciones. En ellas, veía unos animales extraños que le decían “alebrijes”. Al recuperarse, decidió plasmar esas visiones en figuras de cartón y papel maché, que llamó alebrijes.

Años más tarde, en la década de 1970, un fotógrafo estadounidense llamado Robert Brady visitó el taller de Linares y quedó fascinado con sus alebrijes. Brady decidió llevar algunas piezas a Oaxaca, donde conoció a Manuel Jiménez, un artesano de San Antonio Arrazola que se dedicaba a tallar figuras de madera de animales. Brady le mostró los alebrijes de Linares y le propuso que hiciera algo similar con la madera.

Jiménez aceptó el reto y comenzó a tallar y pintar sus propios alebrijes, inspirándose en los animales que veía en su entorno y en su imaginación. Así nació el arte de los alebrijes de madera en Oaxaca, que pronto se extendió por otros pueblos como San Martín Tilcajete y La Unión Tejalapan.

Los alebrijes de madera son una expresión de la cultura zapoteca, que se ha transmitido de generación en generación. Cada alebrije tiene un significado y una simbología, que se relaciona con la cosmovisión y la espiritualidad de los pueblos de Oaxaca. Los alebrijes son considerados como protectores, guías y compañeros de las personas, y se les asigna un nombre y una personalidad. Los alebrijes se distinguen de los de cartón y papel maché, que se elaboran con una técnica similar a la de las piñatas, y que se inspiran en las visiones de Pedro Linares. Estos alebrijes se pueden ver en el Museo de Arte Popular de la Ciudad de México, donde se realiza cada año el Desfile de Alebrijes Monumentales, una fiesta que reúne a miles de personas y de alebrijes de todos los tamaños y formas.

¿Qué hacer en San Antonio Arrazola?

San Antonio Arrazola es un pueblo pequeño pero lleno de vida y color. Al llegar, lo primero que llama la atención son las fachadas de las casas, decoradas con murales alusivos a los alebrijes y a la cultura zapoteca. El pueblo tiene una plaza principal donde se encuentra la iglesia dedicada a San Antonio de Padua, el santo patrono del lugar.

Pero lo más interesante de San Antonio Arrazola son sus talleres de alebrijes, donde se puede apreciar el proceso de elaboración de estas piezas únicas. Los artesanos abren las puertas de sus casas y muestran con orgullo su trabajo, explicando el significado y la historia de cada figura. Además, se puede comprar directamente a los creadores, a precios muy accesibles y con la garantía de calidad y originalidad.

Otra opción es visitar el museo-taller “El Tallador de Sueños”, que fue la casa y el taller de Manuel Jiménez, el pionero de los alebrijes de madera en Oaxaca. En este lugar se puede conocer la vida y la obra de este artista, que logró convertir su pasión en un legado para su pueblo y para el mundo. El museo-taller cuenta con una exposición permanente de sus alebrijes, así como con talleres y actividades para los visitantes.

Además de los talleres y el museo-taller, también se puede disfrutar de otras actividades en San Antonio Arrazola, como caminar por sus calles y admirar sus murales, visitar su mercado y probar sus antojitos, participar en sus fiestas y tradiciones, como la Guelaguetza, el Día de Muertos o el Carnaval, o realizar alguna excursión a los alrededores, como el cerro de Monte Albán, la zona arqueológica más importante de Oaxaca, o el árbol del Tule, el árbol más grande y antiguo del mundo. San Antonio Arrazola es un pueblo que vale la pena conocer, ya que ofrece una experiencia única y diferente a los viajeros que buscan arte, cultura y tradición.

¿Qué comer en San Antonio Arrazola?

San Antonio Arrazola no solo ofrece arte y cultura, sino también gastronomía. El pueblo tiene varios restaurantes y fondas donde se puede degustar la comida típica de Oaxaca, que se caracteriza por su variedad, su sabor y su picor. Algunos de los platillos que no puedes perderte son:

  • El mole, una salsa espesa y compleja que se prepara con chiles, especias, frutos secos, chocolate y otros ingredientes. Hay varios tipos de mole, como el negro, el rojo, el amarillo, el verde, el coloradito, el chichilo y el almendrado. El mole se suele servir con carne de pollo, cerdo o guajolote, y con arroz y tortillas.
  • Los tamales, que son unas masas de maíz rellenas de carne, queso, verduras, mole u otros guisos, y envueltas en hojas de plátano o de maíz. Los tamales se pueden comer solos o con salsa, y se acompañan con atole, una bebida caliente de maíz y agua.
  • Los chapulines, que son unos insectos comestibles que se asan con limón, sal y chile. Los chapulines se comen como botana o se usan para rellenar quesadillas, tacos, tlayudas o memelas. Los chapulines son una fuente de proteína y de calcio, y tienen un sabor crujiente y picante.
  • El tejate, que es una bebida fría y espumosa que se elabora con maíz, cacao, flor de cacao y hueso de mamey. El tejate se bate con una cuchara de madera hasta que se forma una capa de espuma, y se sirve en jícaras o en vasos. El tejate es una bebida refrescante y energética, que se toma sobre todo en los días calurosos.
  • El nicuatole, que es un postre cremoso y gelatinoso que se hace con maíz, leche, azúcar y canela. El nicuatole se corta en trozos y se decora con frutas, nueces o coco. El nicuatole es un postre dulce y suave, que se come frío o a temperatura ambiente.

Además de estos platillos, también se pueden probar otras delicias de la cocina oaxaqueña, como el caldo de piedra, una sopa de pescado y camarones que se cuece con piedras calientes; el tasajo, que es carne de res salada y asada; el quesillo, que es un queso blanco y elástico que se enrolla en forma de ovillo; el mezcal, que es una bebida alcohólica que se destila del agave; el chocolate, que se prepara con cacao, azúcar, canela y almendras; y las nieves, que son helados artesanales de sabores variados, como leche quemada, tuna, zapote, limón, etc. La gastronomía de Oaxaca es una de las más ricas y diversas de México, y refleja la mezcla de las culturas indígenas, españolas y africanas que han influido en su cocina.

Cómo llegar a San Antonio Arrazola

¿Cómo llegar a San Antonio Arrazola?

San Antonio Arrazola se encuentra a unos 16 kilómetros al sur de la ciudad de Oaxaca, en el valle central del estado. Para llegar al pueblo, se puede tomar un autobús o un taxi colectivo desde el centro de Oaxaca, que tarda unos 30 minutos y cuesta unos 20 pesos por persona. También se puede contratar un tour guiado que incluya la visita a San Antonio Arrazola y a otros lugares cercanos, como Cuilapam de Guerrero, Zaachila o Monte Albán.

Además de estas opciones, también se puede llegar a San Antonio Arrazola en bicicleta, en moto o en coche. Hay varias rutas que se pueden seguir, como la que pasa por el pueblo de San Agustín Yatareni, donde se puede ver el proceso de elaboración del pan de yema, un pan dulce típico de Oaxaca; o la que pasa por el pueblo de San Pedro Ixtlahuaca, donde se puede admirar la iglesia del siglo XVI y el ex convento dominico. Estas rutas ofrecen paisajes naturales y culturales que hacen más agradable el viaje.

Si se decide viajar en coche, se debe tomar la carretera federal 175 que va hacia el sur, y luego desviarse por la carretera estatal 175 que va hacia el este. El trayecto en coche dura unos 25 minutos y tiene un costo de unos 40 pesos por el peaje. Se recomienda tener cuidado con el tráfico y las curvas, y respetar las señales y los límites de velocidad.

Si se decide viajar en bicicleta o en moto, se puede tomar la misma ruta que en coche, o bien optar por una ruta alternativa que pasa por el pueblo de San Bartolo Coyotepec, donde se puede visitar el museo del barro negro, una artesanía típica de Oaxaca. El trayecto en bicicleta o en moto dura unos 45 minutos y tiene un costo de unos 10 pesos por el peaje. Se recomienda llevar agua, protector solar, casco y chaleco reflectante, y evitar viajar de noche o con lluvia.